El experto en cuestión sea una persona
con los conocimientos prácticos necesarios, agencias, empresa o profesional que
trabajan en el sector –organizadores profesionales de
congresos, convenciones y/o exposiciones (OPC). Empresas de gestión de destinos (DMC).
Aceptar la ejecución
de un evento requiere, por parte de su organizador, el mayor profesionalismo.
Este acontecimiento es único y, en el ámbito corporativo, puede reforzar o
enaltecer la imagen de una empresa.
El trabajo que representa, como el dinero
invertido deben ser justificados con resultados trascendentes. Un evento es
irrepetible y el éxito del mismo dependerá no sólo de la empresa, sino del
organizador que tomará la responsabilidad del mismo.
Tal compromiso debe ser asumido sólo por una persona que reúna determinadas
características, que lo enmarquen dentro de los que es un verdadero Organizador
de Eventos.
Su perfil debe ser similar al de un coordinador general, con una amplia
experiencia en el ámbito empresarial y social.
Tiene que ser un profesional con experiencia en eventos de esa naturaleza,
en puestos de dirección, con amplio criterio y sentido común para manejar
diversas situaciones. Debe tener habilidad para el manejo de personal, una
mente innovadora y creativa para tomar decisiones, suministrar ideas
productivas y tener capacidad coordinadora. Debe ser metódico, pragmático,
detallista, flexible, organizado, tener sentido del humor, conocimientos de
administración e informática, buena reputación y presentación. En lo posible
manejo de otro idioma.
El organizador de eventos debe poseer creatividad. Convendría, en el plano
humano, que tuviera características tales como un natural manejo de las
relaciones públicas, virtudes tan contrapuestas como autoridad y paciencia,
disciplina y pasión, y que fuera minucioso y exigente, pero conservando siempre
un perfecto autodominio.
En el aspecto profesional debería capacitarse para conocer algunas técnica
básicas de la Organización de Eventos.
Deberá aspirar a ser líder, aunque antes tendrá que ser un individuo
disciplinado, apto para interpretar y ejecutar directivas, sobre todo si
trabaja para empresas.
Tener habilidad para percibir con detalle todos los elementos económicos,
políticos, sociales, que intervengan en la realización del evento. Asimismo ser
consciente de la inversión de tiempo, dinero y recursos humanos que hace la
empresa; ser positivo y responsable, respetado por sus superiores y subalternos
por sus conocimientos.
Es su función mantener una supervisión estricta sobre las responsabilidades
y acciones delegadas a terceros y verificar su ejecución. A la vez tener
habilidad para aprender y compartir propuestas generadas por el grupo de
trabajo; ser un comunicador eficaz de ideas e instrucciones; saber seleccionar
a sus colaboradores por sus capacidades y conocimientos; saber conciliar los
intereses de la empresa con los de los asistentes al evento, teniendo presentes
sus diferencias.
No existen límites de edad ni sexo para ser un buen organizador, es cuestión
de evaluar las fortalezas y debilidades y encauzarlas correctamente.
Son muchos los organizadores de eventos que existen en la actualidad en el
mercado. Muchos se hicieron con la práctica, partiendo de alguna rama de
servicios como catering, espectáculos, asistencia técnica, y otros, los más
recientes se formaron a través de carreras o cursos.
Cada uno tiene su propio estilo, se especializaron en alguna categoría de
eventos y ofrecen variedad de servicios en cuanto a calidad y precio.
Lo cierto es que un evento dirigido y producido por un Organizador siempre
es más prolijo y espectacular que uno realizado por un particular, que sólo se
limita a contratar los servicios sin supervisar o coordinar, planificar o dar
un enfoque creativo.
Por eso los eventos empresarios o sociales de importancia, y con más razón
los mega eventos, requieren de un Organizador, un profesional preparado para
lograr que los mismos se conviertan en acontecimientos inolvidables.
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