Te invitamos a estudiar e interiorizar estos mensajes y descubrir los atributos de la palabra... reflexiona en estas fechas cuaresmales.
Bodas de Canaán
"No tienen vino" (Jn 2, 3), María le expresa su preocupación por esa situación, esperando una intervención que la resuelva. La Madre espera un signo extraordinario, dado que no se disponía de más vino en la boda.
La opción de María, que habría podido tal vez conseguir en otra parte el vino necesario, manifiesta la valentía de su fe porque, hasta ese momento, su hijo no había realizado ningún milagro, ni en Nazaret ni en la vida pública.
En Canaán, María, muestra una vez más su total disponibilidad de su FE a Dios, esto, es una muestra del "primer signo", la prodigiosa transformación del agua en vino.
Parábola de la Boda
“Semejante es el Reino de los Cielos a un rey, que celebró las bodas de su hijo. Mandó sus siervos a llamar a los invitados a las bodas, y no quisieron venir. Mandó de nuevo otros siervos, diciendo: Decid a los invitados: Mi banquete está preparado, mis becerros y cebones matados; todo está dispuesto; venid a las bodas.” Mas ellos no hicieron caso, y se fueron, quien a su campo, quien a su negocio; los demás se apoderaron de los siervos, los maltrataron y los mataron. El rey entonces, se enojó y mandó a sus tropas a exterminar a aquellos asesinos e incendió su ciudad. Luego dijo a sus siervos: “El banquete de bodas está preparado pero los invitados no eran dignos. Id, pues, a las encrucijadas de los caminos y a cuantos encontrareis, convidadlos a la boda”. Salieron los siervos a los caminos y recogieron a cuantos encontraron, malos y buenos; y la sala de bodas se llenó de invitados. Entrando el rey para ver a los invitados, vio a un hombre que no tenía traje de boda; y le dijo: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin tener un traje de boda?” Más él enmudeció. Entonces el rey dijo a los sirvientes: “Atadlo de pies y manos y arrojadlo a las tinieblas exteriores; allí habrá llanto y crujir de dientes”. Porque muchos son los llamados, pero poco los elegidos.
Sermón de la montaña
La multitud está hambrienta, ha pasado el día, se acerca la noche, los discípulos dicen: “Señor, despídelos ya, tienen que irse y comprarse comida”. El Señor sorprende a los discípulos diciendo: “Denle ustedes de comer.” Los discípulos se horrorizan diciendo: “cómo es posible que nosotros les demos de comer a una multitud tan grande?”
El Señor los envía entre la multitud y descubren los discípulos que tienen 5 panes y 2 peces, mínimo, ridículamente poco para darle de comer a una multitud tan grande, pero dice la Palabra que entonces el Señor toma esos panes y les dice a los discípulos en el versículo 39: “y les mandó que hiciesen recostar a todos por grupos sobre la hierba verde. Y se recostaron por grupos de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta. Entonces tomó los 5 panes y los 2 peces y levantando los ojos al cielo bendijo y partió los panes y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante. Y repartió los dos peces entre todos, y comieron todos y se saciaron y recogieron de los pedazos doce cestas llenas y de lo que sobró de los peces. Y los que comieron fueron 5000 hombres sin contar las mujeres y los niños.”
Los milagros son eventos asombrosos, usados por Dios para representar visualmente su poder divino y autoridad sobre el hombre y la naturaleza. De tiempo en tiempo, Dios también otorgaba poder a sus seguidores para hacer milagros para autenticar su comisión como maestros y escritores en su favor. En los Evangelios del Nuevo Testamento, Jesús usaba los milagros para cumplir las profecías del Antiguo Testamento y confirmar su deidad.
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