Incluso los turistas más convencionales se quejan de lo abarrotado que está el centro de Praga, pero merece la pena conocer el Staré Mësto (Ciudad Vieja), pasear por sus estrechas calles aunque tengamos que ir evitando a la multitud (sobre todo cuando llueve y la gente embiste con sus paraguas), o sufrir los precios abusivos de los bares y restaurantes situados en los alrededores de la plaza. Todo se ve recompensado al contemplar el magnífico barroco de la iglesia de Tyn, el esplendor modernista del ayuntamiento y la imponente masa del castillo, al otro lado del río Vltava (Moldava).
La Plaza de la Ciudad Vieja es uno de los espacios urbanos más grandes y bonitos de Europa, pero también de los más concurridos por hordas de turistas. A pesar de todo, el espectáculo merece la pena. Aquí se celebran mítines, actuaciones de jazz o de música clásica, desfiles de moda, los mercados de Navidad y Semana Santa... y todo ello entre terrazas repletas de gente y guías abriéndose paso con sus grupos de turistas a golpe de paraguas.
Otro de los lugares más concurridos es el famoso Puente Carlos, donde el gentío transita entre artistas y comerciantes. Por las noches, el puente respira un poco y se convierte en un testigo silencioso de los tiempos medievales. Una de sus torres, la que se apoya en la Ciudad Vieja, está considerada como una de las construcciones góticas más impresionantes del mundo.
Hay circuitos a pie de cuatro horas para conocer los secretos de la Ciudad Vieja, todos los días de 11.00 a 14.00 horas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario