Valls Urquiju cumple con esta exposición la tercera de una serie basada en los cuatro elementos terráqueos. La tierra y el aire ya fueron objeto de otras exhibiciones, y ahora es el turno del agua, quedando pendiente el fuego, un proyecto que ya está en la mente de la artista.
Las exposiciones de Estefanía han tenido ciertos hilos conductores, y desde muestras anteriores ya hay detalles que anuncian la próxima exhibición, lo cual denota la coherencia y la cohesión de la obra de esta artista. La anterior muestra, “Alas”, que reflexionaba sobre el elemento del aire, se basaba sobre todo en las figuras de gatos alados. En una o dos piezas de esa exhibición ya aparecían algunos barcos con velas, como una evolución de los gatos, donde la vela era la transformación de las alas.
Ahora, estos barcos son la base de la exhibición “a.gua”. Valls Urquiju muestra una fascinación para las máscaras de las proas de los barcos, elementos existentes en las embarcaciones de la mayoría de las culturas que se movilizaron por grandes cuerpos de agua.
En un sentido místico, los mascarones de las proas era la identidad del barco; además, tenía la función de defender a la embarcación y espantar a los malos espíritus. El mar era concebido como un espacio hostil, en que la tripulación se abría paso, y confiaban en el mascarón como un espíritu protector. Usualmente, estas figuras eran femeninas, debido al predominio antiguo de los hombres en las tripulaciones, por lo que se buscaba un complemento.
Estas reflexiones de carácter mitológicas fueron recogidas por la artista, y visualizar a las personas como embarcaciones que se mueven también sobre un territorio hostil, que no necesariamente es acuático: la vida misma. Las personas usamos máscaras para protegernos e ir movilizándonos por la vida, ahuyentando contactos hostiles e innecesarios.
Detalles interesantes dentro de las esculturas de barcos de Valls, son las corrosiones intencionales que ella provocó en las partes metálicas. En forma figurada, esta parte metálica simboliza el alma, el interior o la verdadera persona. Detrás de la máscara, que sirve para encabezar el cuerpo, intentando proteger y/o ahuyentar, se encuentra la persona misma, simbolizada por la parte metálica. Sin embargo, el hecho de darle cierta corrosión, representa que el psique humano no es puro.
Bajo ningún sentido, Valls quiere decir que el alma tiene imperfecciones. La corrosión intencional no es la representación de errores o de detalles negativos. Al contrario, son detalles que hacen a cada persona única. Esta corrosión es la representación de las huellas (que a veces son producto de cicatrices, también) de cada persona. Sin embargo, algunas personas podrían considerar estas “huellas” como negativas, y por ello refuerzan su necesidad de imponer máscaras más feas, para ahuyentar a extraños del mar agreste, y que no se perciban estas corrosiones.
Sin embargo, lejos de tener un tinte negativo, en realidad, estas corrosiones forman detalles únicos, valiosos y que le dan vida misma a la psique de la obra. De hecho, debido a la técnica empleada por Valls Urquijo, esta corrosión continuará aumentando, ligeramente, a medida que avanzan los años, por lo que estas obras presentarán leves modificaciones en su parte metálica, lo que hace que tengan una especie de vida.
Otro componente valioso de las embarcaciones son las cadenas y las velas. Ambas con significados opuestos. Mientras que las cadenas atan, las velas expandidas sirven para volar. Este simbolismo podrían ser los deseos de libertad de las personas (velas), conjugado con las limitaciones u obstáculos encontrados por el camino (cadenas). Se pueden observar algunas esculturas que pareciera que no pudieran navegar ni volar, por estar subyugadas por las cadenas. Otras esculturas tienen las velas abiertas, triunfando sobre las cadenas. Pero otras esculturas han sabido sobrevivir entre cadenas y velas, e incluso las cadenas han sido utilizadas también para ayuda a la vela.
Como una evolución de la cadena surgen los manglares, que en las embarcaciones se establecen en forma de patas. Los manglares logran enraizarse en cuerpos acuáticos, pese a la inestabilidad de los suelos. Es una evolución, porque las embarcaciones jóvenes, al igual que las personas, buscan probarse en aguas peligrosas y quieren navegar por los siete mares. Pero, a medida que las embarcaciones, al igual que las personas, envejecen, ya no quieren aguas turbulentas. Es más, mejor si anclan en un lugar para estabilizarse. Es por ello, que los manglares simbolizan esta estabilidad y serenidad, que mantienen a flote a la barca.
La exposición también presenta algunas gárgolas, que cumplían el mismo objetivo que los mascarones de proa, pero en las catedrales góticas. Las gárgolas servían para ahuyentar los malos espíritus, aunque, arquitectónicamente, también tenían la función de ser escape para el agua de lluvia.
El próximo jueves 4 de octubre, a las 19:30 horas, en el Museo Nacional de Arte Moderno (Finca La Aurora, zona 13), se inaugura la exposición de esculturas “a.gua” de Estefanía Valls Urquiju, la cual estará en exhibición hasta el 14 de diciembre.
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