Prodigiosos para los cálculos astrológicos, un conocimiento que, algunos sospechan, les fue transmitido por una civilización anterior (igual que a los sumerios), el pueblo maya desarrolló un conteo del tiempo humano que comienza en una fecha correspondiente al 11 de agosto de 3.114 a. C.
Se conoce como Calendario Largo, para diferenciarlo del Calendario Sagrado (250 días) y el Calendario Civil de 365 días. En el sistema de cuenta larga, encontrado en monumentos de Quiriguá (Guatemala) y Coba (sur de México), la fecha de conclusión de la presente era cosmogónica correspondería al 21 de diciembre de 2012.
Los escatológicos dan como cierta tal fecha para el fin de mundo. Pero nada en los cálculos mayas refiere a una hecatombe terminal, sino más bien a la conclusión de un ciclo de 5.125 años, concepto similar al “lugar de transición” de los sumerios. Puede que los mayas no se atrevieran a difundir una verdad revelada, o no pudieran calcular qué es lo que sucedería después de esa fecha.
El pensamiento científico descartó de plano las interpretaciones surgidas de los números mayas, cooptados por tautologías religiosas y predicadores por centavos, que incluyen entre sus predicciones el fin del mundo en 2012.
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