Esta es la introducción al tema de portada "Guatemala: El encanto de la cultura maya". Sigue leyendo en ECOS 04/11 , págs. 9-13. El número de ECOS de abril 2011 se publica el 30 de marzo de 2011.
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Texto y foto: Elsa Mogollón
Desde la cúspide del templo 216 en el Parque Nacional Yaxhá-Nakum-Naranjo, se contempla gran parte de la espesa jungla de Petén
y las aguas tranquilas de las lagunas de Yahxá y Sacnab. El verde
profundo del interminable bosque absorbe los sonidos casi por completo.
No hay nadie; todos los turistas están en el yacimiento arqueológico de Tikal, a unos 30 kilómetros de distancia.
Estamos solos, rodeados de selva y agua y de una paz sin igual, rota a veces por el aullido de los monos y el aletear incesante de las libélulas. En este mundo primigenio, el mayor escándalo viene de nuestro corazón, que late emocionado.
La Selva de Petén es un lugar único y sagrado; aquí tenemos la sensación de estar en el origen del mundo, cuando todas las cosas estaban por inventar. Petén está ubicado al norte de Guatemala, y es parte de la Reserva de la Biosfera Maya, que guarda entre sus bosques una deslumbrante vida salvaje y el legado perenne de la cultura maya en los yacimientos arqueológicos más importantes del país, como el Parque Nacional Tikal, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO; Yaxhá, Ceibal, Aguateca, San Bartolo, así como El Mirador, donde se ubica la pirámide más grande del mundo maya.
Petén
Petén es el hábitat de más de trescientas especies de pájaros (entre las que destacan guacamayas, pavo silvestre y faisanes) y de una gran variedad de reptiles e insectos, y también el refugio de especies amenazadas o en vías de extinción, como pumas, jaguares, ocelotes, tapires, osos hormigueros, ardillas, mapaches, venados, jabalíes, armadillos y pizotes.
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