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miércoles, 11 de julio de 2012

Londres: Tránsito ya comenzó el malestar

 

Largas filas en los aeropuertos, taxistas que no quieren trabajar y el metro más antiguo del mundo: todo ello, junto con la gran afluencia de espectadores que se espera durante los Juegos Olímpicos, son razones para que Londres teme un ridículo internacional.

¿Es la capital británica una ciudad capaz de organizar un evento internacional que satisfaga a todas las partes?

Sebastian COI, presidente del comité organizador de Londres 2012 (LOCOG), es optimista: "Sabemos cómo hacer algo", aseguró a dpa con un tono conciliador. Al fin y al cabo, los Juegos Olímpicos no son el primer gran evento que se organiza a orillas del río Támesis.

El aeropuerto de Gatwick, al sur de Londres, fue el primero en sentir el desconcierto: largas filas en los mostradores de facturación, viajeros que huyen y empleados indefensos.

Un poco más tarde se repetía la misma escena en el aeropuerto de Heathrow, al oeste de la ciudad. Los viajeros tuvieron que esperar dos horas en su ciudad de salida para aterrizar en Londres.

Y varias semanas después, lo mismo en otro aeropuerto, Stansted, al norte de la capital británica. Londres, definitivamente, no necesita de los Juegos para crear un caos en su red de transportes.

Jubilee, la línea principal del metro de Londres que une el centro de la ciudad con el parque olímpico, da problemas a diario. Y la empresa estatal encargada del transporte, "Transport for London", parece al borde de la desesperación.

"Ir un tramo a pie podría ser más rápido durante los Juegos" es uno de los ejemplos para evitar el caos durante los Juegos. En la campaña publicitaria se gastaron 8,8 millones de libras (alrededor de 11 millones de dólares).

El jefe de "Transport for London", Peter Hendy, es consciente de la situación que se espera del 27 de julio al 12 de agosto y aconsejó a los trabajadores que hagan sus tareas desde casa siempre que sea posible.

Londres es la capital de los ciudadanos viajeros. Debido al alto precio de las viviendas en el centro de la metrópoli, pocos habitantes pueden permitirse un apartamento en las inmediaciones de Picadilly Circus o Trafalgar Square.

Los trabajadores de renta normal residen en viviendas de la zona de transporte dos o tres, pero hay familias que viven incluso más lejos.
El metro es el principal medio de transporte para ir trabajar ya que no existe una eficiente red de carreteras. El "Underground", con 150 años el más antiguo del mundo, es la arteria principal por la que circula la gran mayoría de los más de 12 millones de habitantes.

En los últimos siete años se invirtieron hasta 6.000 millones de libras (casi 10.000 millones de dólares) en el sistema de transporte de la capital británica: se construyeron nuevas líneas de metro, se reformaron vagones y se modernizaron las señales.

Sin embargo, la ciudad crece a un ritmo más vertiginoso que su subterráneo, sus aeropuertos y sus estaciones de ferrocarril. La red apenas puede dar abasto a tanta gente en un día normal de trabajo.

Mientras que el alcalde de Londres, Boris Johnson, no quiere saber nada del caos en el transporte, hay otros que son escépticos.

"Habrá problemas y la línea Jubilee fallará", dijo dos meses antes de los Juegos el director de la compañía ferroviaria Network Rail, David Higgins, al diario "Financial Times".

Los organizadores, en cambio, lo asumen con calma y prudencia. "No debemos alterarnos, no tenemos que ser presas del pánico".

El pánico sí se apoderará de los 25.000 taxistas londinenses y muchos de ellos no quieren trabajar durante los Juegos.

Richard Massett, miembro del sindicato de taxistas, mostró su desconfianza y profetizó: "Habrá muchos problemas para llevar a la gente a su lugar de destino. Y entonces tendremos que soportar la frustración de los pasajeros. Habrá muchos atascos y el precio del servicio va a subir".

Los "Cabbies", nombre como se conocen los taxis en Londres, utilizan el carril bus para avanzar más deprisa. Sin embargo, una parte de estas vías serán reservados para la familia olímpica: atletas, periodistas, funcionarios y patrocinadores.

Fuente: DPA.

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